Las circunstancias indican que estaríamos gastando pólvora en chimangos.
Creo que lo importante es que no seamos nosotros, los habitantes de este País en este tiempo, los que perdamos el sentido de la vergüenza.
No importa tanto que ella sea producto de la actuación de los funcionarios del Gobierno.
Lo bueno es que esa vergüenza de sentirnos gobernados por esta gente nos sirva para templar el ánimo y buscar caminos que nos saquen de este atolladero lastimoso en que estamos metidos por responsabilidad propia, porque nos guste o no, fuimos nosotros los que los elegimos.
Las actitudes lamentables del personaje salido de las filas del partido de Alsogaray no pueden paralizarnos en la tarea de la reparación.
La crónica periodística sobreabunda en datos que no dejan lugar a dudas de las maniobras oscuras que salpican para arriba y para abajo a miembros del Poder.
La Justicia deberá encargarse de cada uno de ellos.
Lo que a nosotros, los ciudadanos de a pie debe preocuparnos, es el silencio cómplice del amigo, del vecino, del tipo de acá a la vuelta que en muchos casos nada dice o en otros, cada vez menos, esboza una forma de justificación de las sinvergüenzadas .
No se trata solamente de que el Vice Presidente pague sus culpas por sus delitos de corrupción.
Tampoco alcanza con que sus socios de arriba y de abajo lo acompañen en el pago de sus delitos.
Lo que debemos procurar es comprender que no es posible que tanta impunidad nos contamine a todos.
Que los chicos crezcan viendo que el paso por la función pública vuelve ricos a los secos, que la impunidad protege a los delincuentes, que el reparto de algunas prebendas alcanza para ganar una elección y seguir la fiesta de pocos en perjuicio de muchos. Debemos tener vergüenza por lo que nos pase y salir de ella con la convicción de que no nos puede volver a pasar.
Debemos acudir a nuestras mejores convicciones, a los elementos más sofisticados los que los poseen o a la simpleza más pura del que se levanta a la mañana para ir a trabajar, mandar sus hijos a la escuela y vivir con dignidad.
Lo dice fácil el Martín Fierro:
Muchas cosas pierde el hombre,
Que a veces las vuelve a hallar.
Pero les debo enseñar,
y es bueno que lo recuerden,
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve a encontrar.
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