¡Caaarterooo!

La capacidad corrosiva de este equipo que nos dirige es tanta, que hasta el mismísimo Vaticano cayó víctima de su telaraña, (la del Gobierno).

Lo que primero fue carta y luego telegrama, primero verdadera, luego falsa y finalmente otra vez cierta, puso en marcha una serie de tropezones que no alcanzaron para esconder el papelón inicial que siguió luego con una comedia de enredos que admiten tantas interpretaciones como uno quiera.

Embalados por la euforia propia de la exageración de los conversos, el Gobierno se apresuró a publicar en la página oficial de la Presidencia un saludo del Papa por la celebración del 25 de mayo.

El texto salía de lo protocolar por el tuteo del Pontífice a la Presidenta y sobre todo por la ausencia de la “s” final de “los argentinos”.

El contenido no venía mal, por cuanto hacía un llamado a todo lo que no tenemos.

Justicia, solidaridad, respeto, concordia.

La comedia adquirió ribetes dramáticos cuando el Jefe de Protocolo y Ceremonial del Vaticano se despachó con la información que la carta era falsa, de “mala leche”, (¡qué boquita la del obispo!) que completó luego diciendo que “con el Papa no se juega”.

Inmediatamente el Gobierno borró de su página la carta que, finalmente, fue vuelta a su condición de auténtica en medio de una comedia de enredos difíciles de entender y mucho más difíciles de explicar.

Lo que sí es cierto es que con este procedimiento se ha asegurado la mordaza para la homilía de hoy en el tedeum oficial al que ha comprometido su presencia la Presidenta de la República.

Hay que recordar que ni ella ni su esposo concurrían al acto oficial de la Iglesia en la Catedral metropolitana porque su valoración del actual Papa, cuando era Bergoglio, era descalificante.

Kirchner llegó a decir que era el jefe de la oposición y que “el diablo suele usar sotana”.

Cuando la elección del Papa la Presidenta dijo que habían elegido “un sacerdote latinoamericano”.

Al otro día nomás, se calzó la mantilla y el misal y, dada cuenta de su error, se transformó en una señora feligresa de comunión diaria y reiteradas visitas a la Santa Sede.

El Papa, que de esto debe saber mucho, aceptó la voltereta y puso la a otra mejilla.

Creerle a él es una cuestión de fe.

Pero no alcanza la fe para creerle a ella.

Lo cierto es que una carta ha sido la protagonista de la semana.

Habrá que esperar hasta el 9 de julio, fecha de la Independencia, para ver si pulen los detalles.

SiGesellnoticias

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